RESFRIADA
Mis ojos llorosos tienen ahora el pretexto perfecto para llorar tu ausencia sin que nadie lo note, y mi boca seca puede darse el lujo de pasearse por las calles, sin tener que dar explicaciones sobre ti.
Mis piernas pueden enredarse con las sábanas y se sienten bien, casi tan bien como si estuviesen enredadas con las tuyas, y mis manos pueden ahora temblar sin cesar de ganas de ti, sin que se advierta.
Mi cuello puede sudar frío de ganas de besos que no me diste, sin que lo imagines y mi cuerpo entero puede estremecerse constantemente sin tener tus brazos a mi alrededor.
Después de estornudarte durante tres días, quizás mi gripe haya dejado de ser enfermedad para convertirse en una limpiza del alma.
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