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LETRAS HUECAS

TE VI PASAR

Esa tarde llovía. Yo iba en el coche y sólo llegaba el sonido lento y repetido de las escobillas del cristal, afanándose sin descanso por quitarme las gotas de los ojos.

Llovía, pero poco. Eso sí, estaba muy nublado. La tarde era gris, una tarde nueva de un otoño que empezábamos a estrenar. Un otoño lleno de agua lenta y de silencio al ritmo del limpiaparabrisas.

Y es que el día no podía acompañar. Era lunes, no queríamos trabajar los que teníamos oficina a la que ir, y los que son de la calle, no encontraban esa tarde la gracia a eso de no tener casa. Los que estaban a dieta, no habían perdido peso. Los que no estaban solos, aún no tenían bastante para sentirse acompañados y los que estaban solos no estaban seguros de querer estarlo. Los que habían comido, no terminaban la digestión de los postres.

Es lo que tienen los otoños cuando llegan como ése, rápido, sin avisar y con los pies descalzos, llenos de lluvia. No hacen ninguna gracia. 

"El detalle para esta tarde debe ser andar despacio", me dije. "Y mirar". Como pude, saqué los ojos por la ventanilla y me dediqué a seguir a los paraguas. Uno, dos, una niña con botas de agua, uno con maletín, dos que se cruzan... Y de repente, como surgen las musas, la inspiración y los amores sorpresa, mis ojos se posaron en ti...

Se me había olvidado que yo te quería. Que me enamoré de ti cuando te vi. Que me pedí uno como tú durante muchos años en mi carta a los Reyes Magos. Que me volví a enamorar cuando te vi más de cerca, y el corazón se me salía. Y tus manos, el ritmo de tus manos me dejó donde yo quería, que era al lado de tus dedos. Y tus ojos... Justo así, como la última vez, así iban conmigo esa tarde.

Ha sido un segundo y ha parado la calle, la lluvia y la tierra y a mi me ha dado cuerda para volver a sentir que el pecho se me llena de aire, de lluvia y de miedo cuando te veo, y los ojos se me hacen más grandes y más oscuros.

Miro al cielo, como puedo, mientras dos nubes me llenan los ojos de agua. Miro al cielo y veo la luna, medio dormida. Aún andas apostado en la luna, mirándome, y tú lo sabes. Aún hay un hombre en la luna que me sigue mirando.

5 comentarios

Letras Huecas -

Lector, tienes razón, si supiésemos dónde nos lleva cada decisión, perdería la gracia. Pero cuando a tu alrededor todo es negro, se agradece un poco de luz, ¿no crees?

Un lector -

Nos encontramos a diario en el fluir de los acontecimiemiento, con encrucijadas que nos marcan el camino. No hay destino, sino un cúmulo de decisiones subordinadas a otras tomadas anteriormente.
Si supieramos donde nos llevan, sería todo más fàcil.
Pero la vida dejaría de tener su encanto.

Letras Huecas -

Turandot, no sé qué tendrán los habitantes de la luna, pero yo, de tanto mirar hacia arriba... ¡empiezo a parecer una lunática! (que no una selenita) ;).

¿Sabes? creo que esos frascos serían estupendos para guardar estas cosas, y abrirlos meses después, cuando ya se pueda recordar y sonreír.
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Cesar, cielo, si me cogieras el teléfono o devolvieras mis llamadas...

Un beso

oye -

¿PERO ERA ÉL de verdad? Chica esto es un sinvivir....

Turandot -

Aiiss... qué tendrán los selenitas?
Si quieres te busco un tarro de los mios donde guardar una de esas miradas furtivas, aunque como con la teoría de las sandalias... no las tengo yo todas conmigo.
Un abrazo, chula.